Si te he visto no me acuerdo (y si me acuerdo lo más seguro es que no quiera verte)
Hoy me confieso. Pensé que era cosa de juventud eso de esconderse de otras personas, pero ya no lo creo. Y no, no estoy hablando de jugar al escondite sino de casi tirarte a un matojo para no tener que saludar a alguien. El otro día me vi volteando la cara como en “El Exorcista” para no decir “hola” y tener la conversación esa de “ponme al día con tu vida”.
Aquí no había matojo, pared, ni rack de ropa para esconderse. Caminábamos al lado de la otra, ella venía y yo iba, fue una cosa de segundos. No sé si me reconoció. Yo la recordé de high school, y como preferí no seguir recordando me hice la loca y seguí como si no fuera conmigo. Me quedé tan ancha... ¡Qué gusto!
No sé si fue “childish” de mi parte, pero no quiero tener conversaciones de esas en las que se lanzan promesas vacías, en las que tienes que preguntar por alguien más de la época, o por cortesía o por qué no te acuerdas de nada más sobre esta persona, y terminar con una abrazo ingrato para volver a quedar en el olvido. Ay, no. Ya no estoy para esas cosas. Yo quiero palabras sinceras, besos y abrazos del corazón. ¿Es mucho pedir?
Y entonces, ¿soy la única que hace el “stop, drop and roll” o alguien más está conmigo?
Acompañamiento: “Lush Life” de Zara Larsson.