En mi casa no faltan espejos
Antes pensaba que lo importante era saber cuándo dejamos de hacer las cosas, pero como lo mío no son los números mi inquietud era tratar de entender, ¿porqué dejamos de hacer ciertas cosas?
Llevar bikini... dizque no se puede después de x edad o cierta voluptuosidad.
Llevar minifalda... dizque no se debe después de x edad o cierta voluptuosidad.
Pelo largo...es más para niñas, no se debe después de x edad.
Pelo corto...es más para niños, no se debe antes de cierta edad.
Ropa apretada....si no tienes x peso o tipo de cuerpo.
Ropa corta...si no se tiene x edad o peso.
Piercing, coletas, tatuajes o hasta hacerse una fiesta de cumpleaños como las que les hacemos a los críos.
Etc. Etc. Etc.
Me rejoden estas pseudo reglas no escritas, con las que a diario vamos juzgando a diestra y siniestra. Hace rato aprendí que no se puede hacer feliz a todo el mundo, así que me he ocupado de hacerme feliz; primero a mi y después... también.
Yo soy consciente de cómo me veo cuando salgo de casa, además tengo un público muy exigente de Bombones que no se calla sus comentarios. Yo voy a lo mío, y aunque ande como las locas; con manchas en la ropa, el pelo poseído o en coletas, en mi jumper y con las zapatillas sucias esa es parte de mi expresión. That’s me baby, take it or leave it!
A menos que tenga un pedazo de carne atravesado en los dientes o una improvista mancha de sangre “you know where”, si no se ha pedido opinión, consejo o el Good Housekeeping Seal of Approval, no se meta.
Yo no voy a coger lucha. Y como me enseñó Maria Antonieta Collins, “porque quiero, porque puedo y porque me da la gana”, voy a seguir danzando a mi propio ritmo.
Acompañamiento: “A quien le importa” de Fangoria.