24 no es lo mismo que 8x8x8
Tranquilos que esto no es un test matemático, pero sí uno de perspectiva.
Cuando me reuní con el life coach me preguntó cómo estaban organizadas mis horas del día. Uff. Le conté que al trabajar en casa atendía a mis compromisos a ratitos, iba haciendo tareas del hogar, perdía mi tiempo, etc., etc. Lo cierto es que no tenía una rutina clara, iba improvisando según soplara el viento, y me apañaba. Y ahí, me enseñó la diferencia entre ver el panorama general y el hacerme con una disciplina.
Me dividió mi día en tres tandas: 8 horas de trabajo, 8 horas de sueño y 8 horas extras. En serio que al verlo así, empecé a darme cuenta que estaba al garete.
También me habló de cómo trabaja la mente y cómo nuestro disco duro guarda de manera óptima los 45 minutos iniciales de información. El minuto 46 ya se fue por la borda. Así que me puse pa’mi número y empecé a priorizar y poner en agenda mis cosas. Me puse más productiva, perdí menos tiempo e hice espacio para otras cosas que antes me decía que no me alcanzaba. Ejercicio a primera hora para después no tener excusa, llamadas de rigor (a mami, todas las mañanas, y a mi comadre para estar al día) y luego sentadita juiciosa a trabajar; ya fuese un proyecto, ponerme al día con los mails, preparar nuevas estrategias, presentaciones, etc. Como soy un ave nocturna separé tiempo de mis horas de trabajo para hacer por la noche y así me preparaba el mix and match de horas que mejor se adaptaba a mis necesidades.
Decimos y sentimos que el tiempo no nos da, pero perdemos muchas horas en boberías que nos quitan de hacer otras cosas que nos llenan de felicidad y son más importantes.
Cada cual tiene su estrategia, otros no, por eso quería compartir lo que me ha funcionado y hecho ver que 8x8x8 se siente como un poquito más que 24.
Y tú, ¿cómo preparas el día?
Acompañamiento: “The Weight Is Gone” de Albin Lee Meldau.